Yo, de ascendencia española, danesa, árabe y negra;
nací en Lima el 10 de diciembre de 1989.
Mis papás Yolanda y Eduardo se casaron porque yo
estaba en el vientre de mi mamá, ellos se divorciaron luego de 1 año y medio de
“feliz” matrimonio, y puedo decir sin temor a equivocarme que mi papá también
se divorció de mí, pero la verdad no me hace falta, pues siempre tuve a alguien
que hiciera todo lo posible porque tuviera lo justo y necesario para ser feliz.
Mis bisabuelos y mi abuela siempre estuvieron y están
conmigo para lo que necesite, ellos son el mayor tesoro que tengo.
Recuerdo cuando tenía 3 años y gané mi primer concurso
de marinera norteña , yo llegué con mi trofeo y mi banda, mi papi Nucho, mi
bisabuelo, me vió entrar, corrió hacia la puerta, me cargó y me felicitó de una
forma muy especial y se le notaba el orgullo en los ojos, no hay nada que me
haga olvidar la alegría de sus ojos verdes oscuros. Mi mami Layo, mi bisabuela,
también se emocionó al verme entrar con mis premios, ella me dio un chocolate,
el chocolate más delicioso que he comido hasta ahora.
Mi
mami Layo es la persona en quien más confío, ella sabe absolutamente todo,
bueno la mayoría de cosas y travesuras que hago. Ella no me juzga, sólo me
regaña de una forma muy sutíl y casi como un consejo, ella es una súper amiga
para mi. Cuando hago algo que está mal, sé que se lo puedo contar, pues me
habla de tal forma que me hace saber que ella pasó por lo mismo aunque en
diferentes épocas, aunque puedo decir que ella es más moderna que mi mamá y yo
juntas. Ahora que me pongo a analizar mi vida hasta este momento, no sé que
habría sido de mi sin su presencia y no sé que me vaya a pasar si en algún instante
me falta.
Lo que más disfrutaba de los fines de semana era ir a
su casa para quedarme a dormir para cocinar mi plato favorito con mi papi
Nucho, jugar a las muñecas con mi mami Layo, jugar yaces, bailar y cantar con
los dos.
Mi mami Gloria, mi abuela, es la persona que más me ha
ayudado en todo, ella siempre me cuidaba cuando mi mamá se iba a bailar a las
peñas los fines de semana, pues ella bailaba en un grupo de danzas folclóricas.
Mi mami estaba dispuesta siempre a quedarse conmigo las veces que fueran
necesarias.
Las conversaciones que teníamos después del almuerzo
me han servido de mucho y me han ayudado a madurar un poquito más rápido de lo
normal. Ella siempre tenía, tiene y tendrá buenos consejos para cualquier
problema que pueda yo tener.
Cuando llegó el primer día en que me tenía que ir al
nido, me sentí la niña más grande del mundo, la emoción era infinita, iba a
conocer muchos amigos y a jugar mucho, pues siendo hija única me encantaba
tener amigos con quienes divertirme.
Fui al colegio “Santa Rosa” de Barranco, esta fue una
experiencia un poco extraña al principio, pues el colegio era de monjas y de
mujeres, y yo no entendía porque no había hombres, pero eso lo entendí con el
tiempo.
Mi mamá, Yolanda Sofía Montoya de la Iglesia, es el
pilar de mi vida, yo no me imagino siendo hija de otra mamá, yo creo que Dios
te manda a la familia que necesitas y que te necesita, las dos siempre
estuvimos “solas”, y ella hacía lo que fuera necesario para salir adelante sin
pedirle nada a nadie, creo que es a ella a quien debo agradecerle mi orgullo,
ella nunca dice si tiene algún problema, al igual que yo.
A pesar de todas las adversidades que hemos vivido
ella estudió dos carreras, es comunicadora social y profesora, por eso no me
equivoco en decir que ella es el mejor ejemplo que tengo.
No puedo negar que mi mamá y yo parecemos hermanas y
nos peleamos cada vez que podemos, pero a pesar de eso y del carácter tan
pesado y explosivo que tenemos la pasamos bien juntas.
Gracias a estas personas soy lo que soy y tengo mucho
miedo de defraudarlos y de equivocarme, pues estas cuatro personas tienen sus
esperanzas puestas en mí y esa es una responsabilidad muy grande.